jueves, 19 de enero de 2017

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Comprimir un archivo es reducir su tamaño. Existen muchos algoritmos de compresión. Se pueden distinguir en dos grandes grupos:
  • algoritmos de compresión sin pérdida: es posible descomprimir el archivo comprimido y recuperar un archivo idéntico al original.
  • algoritmos de compresión con pérdida: no se puede recuperar el archivo original
La ventaja evidente de comprimir uno a varios archivos es que ocupan menos espacio. Veamos tres casos en los que resulta interesante comprimir archivos. Por ejemplo:
  • quieres copiar un archivo en un CD para llevarlo de un ordenador a otro, pero el archivo es más grande. Comprimiendo el archivo, puede caber ya en un CD (y si no, los programas de compresión se encargan de repartirlo en los CDs necesarios y luego reconstruirlo).
  • quieres hacer una copia de seguridad de uno o varios archivos (una buena costumbre). Si comprimes todos los archivos en uno sólo, la copia de seguridad ocupará menos espacio.
  • quieres enviar uno o varios archivos por Internet. Si están comprimidos tardarás menos en enviarlos  (y el buzón de correo del receptor lo agradecerá).


Una vez comprimido un archivo, normalmente no podrás modificarlo sin descomprimirlo antes (salvo que el programa que utilices realice automáticamente la descompresión y compresión).


Puedes aplicar cualquier algoritmo de compresión a cualquier archivo, pero lógicamente no se puede comprimir indefinidamente. Si al comprimir un archivo obtienes un archivo mayor que el original, es que ya has llegado al límite (aunque puede que otros algoritmos puedan comprimir más el archivo). Normalmente no sirve de casi nada comprimir un archivo ya comprimido








           

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